¿Por qué existen gobiernos que siendo elegidos democráticamente carecen de apoyo popular? ¿Por qué el establecimiento de una república en Cuba no garantiza la democracia?

La democracia directa es un sistema de gobierno en el que los ciudadanos eligen tanto las leyes como a sus dirigentes por mayoría de votantes. Los mandatarios son elegidos por elecciones libres de manera independiente, y se forma un gobierno con capacidad de afrontar los problemas del país. Ese gobierno formula soluciones en forma de leyes y estas leyes son sometidas a votación pública. Una vez ratificada una ley por la población, puede comenzar el proceso de implementación. 

La democracia directa tiene poco antecedente moderno, ya que fue usada por los griegos en la antigüedad y hoy en día la gran mayoría de los países modernos tiene instalado un gobierno en forma de república. El problema fundamental que tiene una república es que su democracia está demasiado diluida. Los ciudadanos votan por representantes, los que luego deciden las leyes entre sí mismos. Una vez en el poder, esos representantes se convierten en esclavos del partido – el cual financia su campaña – como mismo esclavos de su propia ambición. Por lo tanto, su voto no necesariamente refleja el parecer de sus ciudadanos, ni su opinión, sino los intereses partidarios y personales de ese representante. Si a esos legisladores se les quita el poder de votar por las leyes – manteniendo su poder de escribirlas – y se le otorga este poder a la población, se contrarresta el poder institucional de los partidos políticos. Cuando las leyes dependan del voto directo de los ciudadanos, los políticos no tendrán más opción que trabajar en función de las necesidades del país, convirtiéndose en lo que siempre debieron ser: servidores públicos.  

Ya es hora de que dejemos de delegar nuestra responsabilidad civil a políticos de carrera con intereses personales. Cuba es un país con problemas serios y ciudadanos muy capaces de resolverlos. Tenemos que darle oportunidad a esos ciudadanos para que puedan exponer y llevar a cabo sus ideas sin deberse a ningún partido. Desafortunadamente, instalar una república en Cuba nos llevaría a la misma división e ineficiencia que existe en los gobiernos del mundo, ya que toda república institucionaliza y legitima la autoridad de los partidos. El hecho de que existan partidos políticos – por muchos que sean – no garantiza que estos no busquen la manera sistemática de eliminar la oposición. Si instalamos una república, pronto veremos cómo los partidos cubanos son comprados por intereses extranjeros – detrás del telón por supuesto. El partido que más dinero y apoyo reciba a nivel global tendrá más recursos para realizar sus campañas, y por lo tanto volvemos a la misma política manipuladora que pone los intereses partidarios por encima de los intereses públicos.

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