La economía del país está entre los temas más importantes a debatir, ya que su eficiencia (o ineficiencia) afecta directamente la maquinaria administrativa que sostiene a Cuba. El gran problema económico que tiene un sistema comunista es que los productores principales – los ciudadanos – no ven materializados los frutos de su trabajo. Todos trabajan para el bien de todos, sin tener la opción ni la libertad de trabajar para sí mismos en un mercado libre. Por lo tanto, se vuelven trabajadores ineficientes (generalmente hablando) ya que hagan lo que hagan, le van a pagar el mismo miserable salario sin prospectos de crecimiento.  

Cuba tiene una economía que comparada con el mundo se puede considerar ampliamente primitiva. Las pocas industrias que existen en el país – muchas de las cuales son subsidiadas por inversión extranjera – se ven azotadas diariamente por escasez de materiales y problemas técnicos. La escasez de materiales tiene una causa fundamental: la falta de producción. Cuba, como país, no produce prácticamente nada, ya que su economía carece de un mercado libre y depende del mercado extranjero para importar los productos necesarios. Y este mercado libre no existe, no por el bloqueo, sino porque el mismo gobierno no deja que los ciudadanos produzcan de manera individual, o mejor dicho, de manera privada. El gobierno tiene permitido el trabajo a cuenta propia, pero impone restricciones e impuestos – incluso multas extravagantes – que limitan extremadamente el crecimiento de los cuenta-propistas. Por lo tanto, los ciudadanos al verse necesitados con familias que mantener, optan por la única alternativa que les proporciona la merienda a sus hijos: la corrupción.  

La fundación YSC propone – como medida inmediata – abrir la economía del país para que los ciudadanos puedan producir bajo un sistema de libre comercio. Tenemos que hacer que el sector privado crezca en la isla, para incrementar la producción todo lo que se pueda. Mientras más cantidad y variedad de productos tengamos, menos importamos. Mientras más se produce, más bajos los precios – por una cuestión de competencia – y más podemos exportar en caso de que haya un superávit. Todo lo que tenga demanda a nivel nacional debe producirse en Cuba. Si existe demanda sin suministro, tendremos que importar productos y pagar altos precios en el mercado internacional – el caso actual de la economía cubana.

El comercio está directamente relacionado con la economía, ya que implica el intercambio de bienes y servicios a nivel nacional e internacional. El comercio en Cuba ha sido limitado durante mucho tiempo por el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos. Sin embargo – valga la broma – este bloqueo no justifica la situación económica del país, ya que Cuba ve entrar buques mercantes de muchos países incluyendo Estados Unidos. Por lo tanto, el comercio en Cuba sufre mayormente por la falta de producción – si no se produce nada, no se exporta nada.      

     El gobierno juega un papel fundamental en este comercio, ya que – en una economía de libre comercio – es el gobierno quien decide las tarifas y aranceles impuestos sobre dicho intercambio. Para facilitar el comercio, debemos mantener estas tarifas aceptables, para que los productores puedan exportar y los vendedores puedan importar de manera equilibrada con ganancias asequibles. En una Cuba con libre comercio, el gobierno debe ser el intermediario entre el sector privado y el mercado internacional. De esta manera, podremos incrementar nuestras exportaciones tanto de productos industriales como de artesanías, alimentos, materiales y servicios que produzca la población laboral con el cuño de Made in Cuba.  

     Una dificultad que afrontan todas las economías del mundo está en decidir cuanto se exporta y cuanto se vende domésticamente. Por cuestión de lógica, el sector privado siempre buscara la manera de vender su producto a mayor ganancia, lo cual puede causar altos precios en el mercado doméstico por falta de suministro. Por eso, YSC propone un esquema de tarifas equilibrado en el que la ganancia del sector privado sea la misma independientemente de donde se venda el producto. Además, proponemos incentivar a los productores con rebajas de impuestos para todos los ingresos generados de manera doméstica. De esta manera, incrementa el suministro de productos en el país – lo cual mantiene los precios bajos – y se incentiva monetariamente para que los empresarios vendan sus productos en Cuba. Este es un tema que, a pesar de ser muy complejo, se puede solucionar si el gobierno encuentra el balance entre el bienestar individual y el bienestar general.

El tema infraestructura afecta la economía directamente, ya que una depende de la otra para su funcionamiento. Podemos considerar infraestructura todo aspecto de la economía que no genere ingresos en sí. Las avenidas, las carreteras, el procesamiento de agua potable, las termoeléctricas, los puertos mercantes, aeropuertos, instalaciones de procesamiento de basura, transporte público, telecomunicaciones y demás forman parte del esqueleto material que sostiene la economía del país.  

     A pesar de no generar ingresos y ser un gasto público, la infraestructura es esencial para el crecimiento y desarrollo económico. Si las calles tienes baches, los camiones se averían y los productos no llegan a su destino a tiempo. Si los puertos o aeropuertos están en mal estado, esto perjudica tanto importaciones y exportaciones como al turismo. Si no hay luz ni agua, nada puede funcionar. Si las esquinas están llenas de basura, esto afecta la salud de los productores y el turismo. Sin transporte público, la mayoría de las personas no pueden ir a trabajar. Todo aspecto de la infraestructura está directamente relacionado al bienestar del ciudadano como al crecimiento económico del país.  

     Por ello, YSC propone que el gobierno de transición tome medidas inmediatas para el mejoramiento de la infraestructura básica. Para comenzar, debemos arreglar las calles y solucionar los grandes problemas que existen en Cuba con respecto al agua y la electricidad. Luego, enfocarnos en limpiar las esquinas llenas de basura e incrementar el transporte público. De ultimo, mejorar los puertos y aeropuertos al igual que las telecomunicaciones. Tenemos que concientizar que la infraestructura del país está en el piso. No podemos arreglarlo todo de un día para otro. Por lo tanto, debemos organizar los problemas y resolverlos por orden de prioridad. 

La educación en Cuba dio un gran salto después del triunfo de la Revolución, gracias a reformas hechas por el gobierno al igual que campañas de alfabetización que tuvieron gran impacto en la población. Durante los años 70 y 80 la educación continuó mejorando, ayudada por el subsidio económico de la Unión Soviética. Tras la caída de esta, el país entra en su primer periodo especial y el estado de la educación comienza a deteriorarse. Ya a comienzos del siglo XXI vemos este deterioro reflejado en la creciente presencia de maestros emergentes en las aulas. Hoy por hoy, el desastrozo estado de la educación en Cuba puede atribuirse tanto a la economía del país como a la carencia de maestros, ya que muchos han emigrado, y otros han elegido otra profesión que les genere más ingreso.   

     Mas allá de las dificultades económicas que tenga el Ministerio de Educación, tenemos un problema muy fundamental en las escuelas: la indoctrinación. El gobierno cubano ha adoctrinado más de tres generaciones de cubanos con ideologías marxistas, comunistas y Fidelistas para sus propios fines maquiavélicos. Entre los peores crímenes que ha cometido la revolución, está el haberse aprovechado de la inocencia de los niños para manipular su manera de pensar. Debemos terminantemente eliminar el pensamiento ideológico en la enseñanza, no solo de izquierda, sino de toda ideología. Las escuelas están diseñadas para aprender, para educar, y para formar ciudadanos capaces, no para indicarnos como debemos pensar. Ese es un derecho que se le reserva tanto al individuo como a sus padres.   

La educación en Cuba debe reformarse desde dentro, mayormente en su contenido y en su administración, como mismo abriendo las puertas a la enseñanza privada. Tenemos que darle oportunidades a los jóvenes para que estudien no solo ciencias y matemáticas, sino también temas que les llamen la atención. Solo así podremos formar adultos con vocación que puedan incorporarse a la clase obrera con preparación. Además, debemos instruirlos en temas gubernamentales, para que aprendan cómo funciona el gobierno de su país y puedan ser partícipes de él. Si pensamos vivir en una Cuba libre y democrática, será de suma importancia que tanto jóvenes como adultos entiendan sus derechos y sus responsabilidades cívicas como cubanos. Un ciudadano educado es un ciudadano consciente.

La salud en Cuba es uno de los pilares más fuertes de nuestra sociedad. Gracias a la educación y la entrega de los médicos, enfermeras y personal auxiliar, la medicina cubana es reconocida a nivel internacional. Afortunadamente, los problemas de salud pública en Cuba no son por falta de preparación, sino por falta de materiales e infraestructura. Si los hospitales no tienen materiales – o si la gente se los roba – no puede funcionar el sistema. Si los hospitales estan en mal estado y mal equipados, pasa lo mismo. Si el país no produce medicamentos ni es capaz de importarlos, seguimos igual, a pesar de tener un ejército de doctores preparados que se entregan a sus pacientes diariamente trabajando sin recursos.  

     Otro problema fundamental que tiene el Ministerio de Salud Pública – que realmente es un problema nacional – es la perdida de profesionales que deciden emigrar por situaciones económicas. Cuba es uno de los países que menos paga a sus médicos comparado con el resto del mundo. Sin embargo, el gobierno firma contratos con otros países a los que manda a sus médicos recibiendo millones de dólares, mientras continúan pagándole un salario miserable. Eh aquí la razón por la que tantos médicos se quedan en misión, dejando al país carente de la fuerza laboral educada que tanto necesita. 

     Para comenzar, YSC propone abrir la medicina al sector privado para que existan alternativas a la salud pública y se cree una competencia saludable entre los dos sectores que ayude a mejorar los servicios. Segundo, debemos incentivar la producción de medicamentos y materiales médicos en Cuba para disminuir los gastos que estos implican. Por último, debemos subir los salarios de los médicos y personal asistente según los impuestos y la economía del país lo permitan.

El código penal – como todas las estructuras jurídicas – tendrá que ser reformado en su momento dado. Ese momento no es durante la transición, ya que existen asuntos mucho más importantes que abarcar durante este periodo. Sin embargo, si debe ser reformado ya que muchos aspectos merecen revisión, como por ejemplo los términos de extradición, la pena de muerte y las sentencias designadas a cada delito. 

YSC propone crear un sistema que facilite la reintegración a la sociedad de ciudadanos con antecedentes penales. Muy a menudo vemos individuos que han cumplido su sentencia al pie de la ley, pero aun así pasan mucho trabajo para volver a ser aceptados por los demás. Esto es una cuestión de prejuicios, ya que mucha gente lo pensaría dos veces antes de contratar a alguien que haya estado en prisión por miedo a que sea conflictivo(a) o que le traiga problemas. Sin embargo, son estos mismos prejuicios los que perpetúan esta percepción, y no dejan que la persona se libere de su sentido de culpabilidad aun habiendo cumplido su sentencia.  

Por eso, proponemos que a los sentenciados se le den dos opciones para disminuir su sentencia: educación o trabajo correccional con parámetros exactos establecidos por ley. Esto significa que la ley establezca una reducción de sentencia por cada año de educación, al igual que por cada año de trabajo independientemente del delito cometido. 

• Educación: Crear programas que concedan títulos universitarios o pre-universitarios – dependiendo la educación y capacidad del individuo – con el que puedan trabajar legalmente y ejercer una profesión una vez cumplida su sentencia.  
• Trabajo correccional: Crear programas de trabajo en los que cada oficio tenga una reducción de sentencia adecuada. Por ejemplo: trabajar cortando caña 5 días a la semana o en la construcción debería tener una reducción mayor a trabajar el mismo tiempo limpiando o cocinando.  

La ley actual establece el trabajo correccional sin garantías de disminución de sentencia. Debe existir una reducción explícitamente marcada en el código penal por cada tipo de trabajo y por cada carrera estudiada. Bajo este sistema, los individuos tienen la oportunidad de elegir como pagar su deuda con la sociedad de forma que beneficie a la población, y poder reintegrarse a ella una vez cumplida su sentencia siendo percibidos con menos prejuicios y más aceptación.